COP29: ¿Una Oportunidad Perdida?
Las negociaciones en Bakú terminan en un acuerdo, pero insuficiente.
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Ya ha pasado más de una semana desde que terminaron las negociaciones en Bakú y se alcanzase un nuevo acuerdo en financiación climática.
Dar respuesta a las necesidades de los países más vulnerables al cambio climático sigue siendo uno de los temas más delicados (y polémicos) de estas conferencias y, tras el cierre de la COP29, no parece que la cosa vaya a cambiar mucho.
La expectación para esta edición era alta ante el enorme reto que suponía lograr un acuerdo ambicioso en financiación climática, pero el hecho de que, una vez más, el país anfitrión fuera un petro-Estado garantizaba cierta cautela.
Incluso antes del inicio de la conferencia, la influencia de la industria de los combustibles fósiles sobre las negociaciones ya era más que evidente.
El presidente de la COP29, Mukhtar Babayev, fue incluso grabado promoviendo la inversión en el sector gasístico de Azerbaiyán y definió a los combustibles fósiles como un «regalo divino».
Ahora ya, con las conclusiones en la mano, tan solo nos queda analizar qué se ha acordado, qué supone esto para el avance de la transición energética a nivel global, y cómo debemos prepararnos para seguir avanzando en el futuro.
Divulgando la Sostenibilidad 🌱
La COP29 acabó la semana pasada con más de 35 horas de retraso y con un acuerdo que no responde a la exigencias de las comunidades más vulnerables al cambio climático y se queda corto de reafirmar los compromisos ya recogidos en las conclusiones de la COP28 de Dubái.
Tras tensas negociaciones que justificaron que la presidencia azerí preparara un discurso alternativo por si estas fracasaban, se consiguió sacar adelante el nuevo objetivo de $300.000 millones anuales en financiación climática para 2035, antes de que los Estados más vulnerables tuvieran tiempo de manifestar sus críticas.
El nuevo objetivo cuantificado colectivo (NCQG) supondría triplicar el compromiso de $100.000 millones anuales en financiación climática por parte de los países más avanzados que se acordó en la COP15 de Copenhague.
Cabe recordar que el objetivo inicial, que debía alcanzarse en 2020 y mantenerse hasta 2025, tan solo fue logrado por primera vez en 2022.
El rechazo de los países más avanzados a fijar un quantum más ambicioso para acelerar la mitigación y adaptación en los países menos avanzados y aquellos más vulnerables a los efectos de la crisis climática responde a dos cuestiones clave:
La financiación climática no es una prioridad para los gobiernos de los primeros en un contexto de policrisis marcado por la inestabilidad geopolítica y la reciente inflación.
Los países más avanzados quieren asegurarse de que países emergentes como China, cuyas emisiones históricas ya han superado a las de la UE, contribuyan también a los objetivos de financiación climática.
El Quid de la Cuestión: ¿Qué Incluye el NCQG?
Según las estimaciones de expertos, los impactos de la crisis climática tienen un coste ANUAL de $1,3 billones (con «B» de «burrada») y esta era la cifra que defendían una mayoría de países en vías de desarrollo.
Bajo las reglas del proceso de las COP, tan solo 24 países son considerados como «developed» y estos serían los principales responsables de proporcionar esta financiación, preferiblemente en formato de donaciones y no préstamos.
A fin de repartir la carga financiera, los países más avanzados han tratado de ampliar la base de contribuyentes —como defendía la UE y comentamos en una edición anterior—, incluyendo a potencias emergentes como China, Singapur y otros países del Golfo, así como las aportaciones del sector privado.
Ante esto, el texto final recoge un objetivo general que no acaba de convencer a nadie: «todos los actores» deberán colaborar para facilitar el aumento de la financiación climática procedente de «todas las fuentes públicas y privadas» hasta «al menos 1,3 billones de dólares» para 2035.
Esta redacción pretende dar respuesta a la demanda inicial de los países en vías de desarrollo, si bien en el siguiente párrafo se recoge el quantum del propio NCQG —el número verdaderamente relevante— que se ha fijado en 300.000 millones para 2035 con los «países más avanzados tomando la iniciativa».
Al mismo tiempo, el texto abre la puerta por primera vez a contribuciones «voluntarias» por parte de potencias emergentes que, hasta la fecha, no habían aportado financiación climática per se, como es el caso de China.
Esta redacción ignora la demanda inicial de que los países más avanzados aportasen la práctica totalidad del NCQG por los países en vías de desarrollo, y evita establecer objetivos vinculantes para potencias emergentes como defendían los países avanzados.
Además, el fijar 2035 como fecha a partir de la cual se deberá alcanzar el nuevo objetivo de financiación evita una mayor ambición en las aportaciones de los países más avanzados a partir de 2025, año en el que vence el objetivo anterior de $100.000 anuales.
Esta situación, sumada a la falta de objetivos intermedios, hace muy probable que el volumen anual de financiación climática se estabilice durante varios años antes de repuntar a medida que se acerca la fecha límite como ya sucedió con el objetivo anterior.
¿Qué Suponen 300.000 M en Financiación Climática?
Estas cifras estratosféricas se alejan de nuestra realidad, lo que nos lleva a desconectarnos de la importancia del volumen final de esa cifra y el impacto que esta tiene sobre las necesidades de las comunidades más vulnerables.
Si lo llevamos a términos nacionales, el nuevo objetivo de financiación climática de $300.000 millones representa cerca de todo el gasto social —es decir, pensiones, sanidad, educación, desempleo, servicios sociales, etc.— asignado en los Presupuesto Generales del Estado de 2023.
Pese a que esto puede parecer una cuantía enorme, conociendo que el coste de los impactos del cambio climático supera el billón de dólares, es evidente que el nuevo objetivo de financiación climática es dramáticamente insuficiente.
De hecho, Reuters estima que solo los costes derivados del huracán Helene y Milton de este otoño en Estados Unidos superarán los $350.000 millones. Ese es el impacto de tan solo dos huracanes —si bien particularmente feroces— en un país con una media de 17,7 huracanes por década.
Ante semejantes costes, es más que lógico que los Países Menos Adelantados (PMA) y la Alianza de Pequeños Estados Insulares (AOSIS) abandonaran temporalmente las negociaciones en protesta.
¿Un Paso Atrás en la Diplomacia Climática?
La referencia específica a la terminología empleada en las conclusiones de la COP28 —el famoso «transitioning away from fossil fuels»— también fue motivo de choque, especialmente como resultado de la oposición de algunos petro-Estados árabes liderados por Arabia Saudí.
El grupo de países árabes ha demostrado ser un constante obstáculo en las negociaciones climáticas, bloqueando y retrasando la adopción de acuerdos en numerosos puntos de la agenda.
Su oposición manifiesta a incluir cualquier referencia a sectores específicos, especialmente al sector de los combustibles fósiles, acabó por suprimir cualquier nueva referencia a la industria responsable de la crisis climática.
Poco sorprende esta situación en una edición en la que la propia presidencia de la COP29 buscaba aprovechar la ocasión para promocionar su industria de los combustibles fósiles; pero la presidencia no era el único actor defendiéndola.
La industria responsable de la crisis climática contaba con más representantes que las 10 naciones más vulnerables al cambio climático en conjunto —al menos 1.773 frente a 1.033, convirtiéndose así en la cuarta mayor delegación.
Asimismo, una mención explícita a los compromisos de triplicar la capacidad renovable y duplicar los ratios de mejora de la eficiencia energética para 2030 también fue excluida del documento final.
El enorme desacuerdo entre las Partes hizo que la adopción del documento de seguimiento del «Global Stocktake» —conocido como el «UAE Dialogue»— fuera pospuesto hasta la COP30 ante la falta de acuerdo.
El «Global Stocktake» fue el ejercicio de evaluación del progreso global a fin de cumplir los objetivos del Acuerdo de París que fue adoptado en la COP28 de Dubái.
¿El resultado? Te lo puedes imaginar, pero por si había alguna duda: nos vamos a septiembre.
De esta forma, cualquier referencia explÍcita a las conclusiones del «Global Stocktake» y cómo estas deberán informar la siguiente ronda de Contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC) —las políticas que va a implementar cada país para cumplir con sus objetivos climáticos— fue excluida de los documentos adoptados en la COP29.
El Multilateralismo Climático (sigue) en Crisis
El infame rol desempeñado por la presidencia azerí, marcado por su dramática falta de ambición y por dar acceso privilegiado a Arabia Saudí en las negociaciones, demuestra que el proceso de las COPs se encuentra en una profunda crisis de legitimidad.
Existe un creciente llamamiento a reformar el proceso y, en particular, la selección de la presidencia, la cual ha recaído en las últimas tres ocasiones sobre países altamente vinculados a los combustibles fósiles (Egipto, UAE y Azerbaiyán).
De hecho, ya se está hablando de la necesidad de introducir nuevos criterios de elegibilidad que garanticen, cuanto menos, un claro compromiso con la acción climática que contribuya a avanzar las negociaciones.
Trump 2.0 - El Retorno del Negacionista
La victoria de Donald Trump en las elecciones de noviembre sitúa al mayor emisor histórico de gases de efecto invernadero y el mayor productor de gas fósil y petróleo al margen de los foros climáticos multilaterales una vez más.
Los representantes estadounidenses tuvieron especiales dificultades para hacerse escuchar en esta COP. La mayoría republicana en el Congreso y Senado garantiza que EE. UU. no cumpliría con ningún compromiso en financiación climática que hiciera su delegación en Bakú.
Por otro lado, Donald Trump ha nombrado como Secretario de Estado de Energía a Chris Wright, un destacado defensor de los combustibles fósiles. Wright, director general de Liberty Energy, es conocido por su firme apoyo al desarrollo del petróleo y el gas, incluyendo la fracturación hidráulica.
Este nombramiento es parte del esfuerzo de Trump por lograr la «hegemonía energética» de Estados Unidos en el mercado global. Wright ha sido un crítico vocal de los esfuerzos para combatir el cambio climático y podría impulsar medidas a favor de los combustibles fósiles, incluyendo la eliminación de las restricciones en la exportación de gas natural.
Pese a todo ello, se espera (y desea) que las fuerzas de mercado, los subsidios e incentivos fiscales ya aprobados, y los mandatos a nivel estatal contribuyan a acelerar el despliegue de renovables en el país, incluso si la administración Trump vuelve a retirarlo del Acuerdo de París.
No Todo Son Negociaciones Fallidas
Afortunadamente, también hubo alguna victoria: las Partes lograron alcanzar un acuerdo respecto al Artículo 6, el cual recoge las normas para regular la creación de mercados de emisiones bilaterales y a nivel internacional.
Esto supone un enorme hito tras décadas de negociaciones infructuosas que, por fin, operativiza el Mecanismo de Acreditación del Acuerdo de París (PACM), una herramienta que —bajo los criterios de transparencia y certificación adecuados— puede ser clave para acelerar la reducción de emisiones.
Sin embargo, como te podías imaginar a estas alturas, es en estos aspectos de transparencia y certificación donde se han concentrado las críticas de algunos países y activistas climáticos.
El PACM adoptado introduce salvaguardas medioambientales y de derechos humanos y un ajuste a la baja de los criterios de estimación con respecto a los cuales pueden emitirse créditos de carbono entre otros elementos clave.
Para aclarar, el último punto se refiere a los criterios empleados para estimar correctamente la capacidad de los proyectos de compensación para reducir las emisiones y evitar así sobrestimaciones.
Sin embargo, se obvia establecer un claro mecanismo de rendición de cuentas ante el incumplimiento de dichas normas, lo que abre la puerta al fraude y/o al comercio de créditos de baja calidad que, en lugar de compensar emisiones, contribuyan únicamente a ocultarlas.
¿Qué es una COP sin Nuevos Compromisos?
La falta de éxito en incluir una referencia explícita a los compromisos acordados en la COP28 sobre renovables y eficiencia energética no ha impedido que la presidencia azerí lanzara nuevos compromisos para atajar algunos de los principales desafíos de la descarbonización.
La primera de estas iniciativas, el «Compromiso Global de Almacenamiento y Redes de Energía» compromete a los países firmantes a contribuir al despliegue de 1.500 GW de almacenamiento energético para 2030, lo que supondría multiplicar por seis la capacidad global disponible en 2022.
Asimismo, también incluye un compromiso de ampliar y modernizar 25 millones de kilómetros de redes eléctricas para 2030, y unos 65 millones adicionales de aquí a 2040 para poder alcanzar el objetivo de neutralidad climática en 2050.
En segundo lugar, el «Compromiso de Zonas y Corredores Energéticos» compromete a los países firmantes a crear zonas y corredores de energía verde, incluidos objetivos para promover la inversión, estimular el crecimiento económico, desarrollar, modernizar y ampliar la infraestructura y fomentar la cooperación regional.
Por último, la presidencia azerí también lanzó la «Declaración sobre el Hidrógeno de la COP29» que busca apoyar el aumento de la producción de hidrógeno renovable, cero emisiones y de bajas emisiones, y contribuir a descarbonizar la producción actual a partir de combustibles fósiles.
El director de la AIE, Fatih Birol, ha remarcado que la urgencia se encuentra en el despliegue de las redes y poner en marcha distintas tecnologías de almacenamiento.
«Debemos invertir en redes hoy o enfrentarnos a atascos mañana».
De hecho, las redes actuales son completamente insuficientes para poder añadir los 3.000 GW de renovables que se encuentran ahora en proyecto y están esperando para conectarse a la red.
No está claro cuántos países se han suscrito a estas nuevas iniciativas, pero no parecen haber sido igual de exitosas en sumar apoyos como, por ejemplo, la «Global Methane Pledge» que fue lanzada en la COP21 y ya cuenta con 158 países.
La «Global Methane Pledge» compromete a los países firmantes a contribuir al objetivo colectivo de reducir las emisiones antropogénicas —derivadas de la actividad humana— de metano en al menos un 30% para 2030, respecto a los niveles de 2020.
Pese al aumento de países firmantes, el informe «Global Methane Tracker 2024» de la Agencia Internacional de la Energía confirma que nos dirigimos tan solo hacia una reducción del 20% si no se aceleran las acciones para implementar los compromisos anunciados.
El uso de nuevos satélites para detectar las fugas de metano de las operaciones de gas fósil dentro del «Methane Alert and Response System (MARS)» ha permitido la detección de miles de fugas de metano en todo el mundo.
Sin embargo, de las más de 1.200 notificaciones enviadas tras la detección de emisiones significativas en los últimos dos años, tan solo 15 fueron respondidas.
Ahora bien, cuando sí fueron respondidas, los avisos promovieron una reducción de las emisiones de metano equivalente a las emisiones anuales de cerca de 1 millón de coches.
Entonces… ¿Qué Conclusión Sacamos de la COP29?
Se dice que las negociaciones internacionales están condenadas a ser exitosas. Tras más de dos semanas de días agotadores y noches demasiado cortas, todas las partes acaban limando sus asperezas y acercando posiciones.
Por tanto, el verdadero criterio por el que valorar el éxito de las COPs no es tanto alcanzar un acuerdo —que tampoco es un hito menor—, sino lograr que los compromisos alcanzados en estas conferencias lleguen a buen puerto.
En este punto surge la verdadera encrucijada en las negociaciones en materia de financiación climática: la brecha no se encuentra entre lo que se promete y lo que se necesita, sino entre lo que se promete y lo que finalmente se entrega.
Ya sabemos que el objetivo de financiación climática de $100.000 millones anuales no fue alcanzado en 2020 o 2021, y falta ahora ver si los países más avanzados han cumplido con este durante los últimos dos años.
El nuevo compromiso de $300.000 millones supone, de momento, un espejismo para muchos países en vías de desarrollo que ven cómo aumenta la ambición de los compromisos sin que eso se traduzca en una mayor capacidad para dar respuesta a la crisis climática.
Los choques expuestos durante la conferencia y la creciente pérdida de confianza en el proceso —especialmente por parte de los países más vulnerables— vaticinan un duro trabajo para la presidencia brasileña en preparación de la COP30.
Además, más allá de la financiación, multitud de cuestiones se han quedado pendientes, como el cierre de un acuerdo para la eliminación de los subsidios a los combustibles fósiles, lo que sigue siendo un enorme obstáculo para la descarbonización.
Por otro lado, la falta de colaboración entre los gobiernos y el sector privado para convertir los objetivos energéticos de la COP28 en planes detallados también supone una importante barrera para su realización.
Los gobiernos deben aclarar cómo interpretan los objetivos globales de triplicar las energías renovables y duplicar la eficiencia energética desde una perspectiva nacional y sectorial que facilite su implementación.
Esto permitirá que las empresas desarrollen sus propios planes de transición energética y busquen soluciones basadas en el mercado para acelerar la transición.
Al final, tras más de dos semanas de negociaciones increíblemente complicadas, la conclusión que podemos extraer de la COP29 la resume esta cita del comisario europeo de Acción por el Clima, Wopke Hoekstra:
«Estamos todos decepcionados por perder otro año, pero nos alegramos de no perder esta lucha, y esta no ha terminado.»
Oportunidades Sostenibles 🍃
¿Cómo implementar la COP29 antes de llegar a Brasil?
La COP29 en Bakú ha representado un momento crucial en el proceso de negociaciones climáticas globales.
Tras la COP29, la verdadera labor comienza ahora: garantizar que los compromisos asumidos en Bakú no se queden en el papel y se conviertan en acciones concretas antes de la esperada COP30 en Brasil.
En este webinar organizado por AmbiciónCOP analizarán los resultados de Bakú y definirán una hoja de ruta clara para su implementación, explorando brechas áreas prioritarias, brechas a cerrar y nuevas oportunidades.
Además, abordarán cómo gobiernos, empresas y sociedad civil pueden unir fuerzas para transformar los avances en logros concretos.
Si todavía tienes ganas de saber más sobre cooperación climática, puedes inscribirte aquí.
Transición en Acción ⚡
Litigación Climática: una Herramienta Corporativa contra las Políticas Verdes
El uso de las vías judiciales para la reivindicación de mayor ambición en la acción climática es un creciente fenómeno en los últimos años, liderado por organizaciones ecologistas y activistas climáticos.
De hecho, el año pasado publicamos una edición en la que abordamos este fenómeno y su potencial para exigir que los gobiernos nacionales protejan los intereses de las generaciones futuras, especialmente en relación a la protección ambiental.
No obstante, las empresas del sector de los combustibles fósiles también están haciendo uso de los regímenes de protección de inversiones extranjeras para demandar a países que adoptan nuevas normas que ponen en riesgo su actividad.
En consecuencia, múltiples Estados se ven obligados a decidir entre adoptar ambiciosas políticas verdes o pagar compensaciones multimillonarias a estas empresas.
En este vídeo de DW Transforming Business abordan este fenómeno, los desafíos que representa para la acción climática y un caso de éxito que podría definir el camino para otros Estados que se encuentran en situaciones similares.
¡Y hasta aquí la edición de esta semana!
Si has llegado hasta aquí, primero que nada: ¡gracias!
Le dedicamos mucho tiempo a estas ediciones de análisis para poder traducir toda la jerga técnica de la diplomacia climática en un lenguaje (un poco) más accesible.
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¡Nos vemos en la siguiente edición! 👋