¿Listos para la COP29?
La UE no puede renunciar a su liderazgo en la acción climática global
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Nos empiezan a llegar noticias terribles del impacto de la DANA en Valencia y otras provincias del este peninsular donde al menos medio centenar de personas han perdido la vida.
En días como hoy, abordar el impacto de fenómenos cada vez más recurrentes cobra una especial relevancia. Ayudar a las comunidades a mitigar, adaptarse y recuperarse de eventos extremos ya es una creciente necesidad.
En esta edición, nos centramos en uno de los foros más relevantes para atajar justamente las necesidades de las comunidades más vulnerables, promoviendo su adaptación a fenómenos meteorológicos extremos y mitigando las emisiones que lo provocan.
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Divulgando la Sostenibilidad 🌱
Como cada año en estas fechas, los Estados están empezando a anunciar sus posicionamientos de cara a la Conferencia de las Partes (COP), la Cumbre Anual que realiza la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
¿Te hemos perdido ya? 😅 No hay nada como meterse en el mundillo de la cooperación climática internacional —con sus siglas enigmáticas y terminología rimbombante— para provocar un cortocircuito mental 😵💫
Entre todos los compromisos y posicionamientos ya anunciados, en esta edición vamos a centrarnos en el acordado hace unos días por los Estados miembros de la Unión Europea.
El pasado 14 de octubre, el Consejo publicó sus conclusiones en preparación de la COP29 que tendrá lugar en Bakú (Azerbaiyán) del 11 al 22 de noviembre. Como cada año, las conclusiones que adopta la UE formarán la base de su posición negociadora.
Estas son clave para definir la ambición que podemos esperar de su diplomacia climática, una cuestión fundamental debido al destacado papel promotor que históricamente ha tenido la UE en estos encuentros internacionales.
Entonces, ¿qué podemos esperar de la COP29 a partir de estas conclusiones? ¿Un ambicioso acuerdo en financiación climática o una conferencia sin avances que siga posponiendo abordar los puntos más polémicos?
Un Refuerzo de los Compromisos de la COP28
Primero, lo básico: la UE refuerza su compromiso con los objetivos recogidos en el Acuerdo de París y las conclusiones de la COP28, haciendo uso explícito del lenguaje recogido en estas últimas respecto al abandono de los combustibles fósiles:
«El Consejo de la UE reitera el llamamiento a abandonar los combustibles fósiles en los sistemas energéticos de manera justa, ordenada y equitativa, en consonancia con las trayectorias de 1,5°C (…) a fin de alcanzar el objetivo de cero emisiones netas para 2050.»
Recuerda que incluir esta referencia al abandono de los combustibles fósiles en las conclusiones de una COP ya fue de por sí un hito histórico, por lo que mantener este lenguaje es fundamental para futuras COPs.
Si necesitas refrescar por qué y qué significa exactamente, puedes encontrar la respuesta en esta edición:
Sin embargo, esto es lo básico y fundamental que debería haber sido el punto de partida de las cumbres climáticas desde el principio. Ahora bien, debemos reconocer que conseguir poner de acuerdo en este punto —al menos sobre el papel— a todos los países del mundo no es moco de pavo.
En este mismo sentido, las conclusiones también inciden en el compromiso alcanzado en la COP28 de triplicar la capacidad renovable y duplicar los ratios de mejora de la eficiencia energética para 2030.
Sin embargo, la UE va más allá y aboga por eliminar progresivamente la producción energética a partir de combustibles fósiles, así como su consumo a nivel global; un lenguaje más ambicioso que el adoptado en la COP28.
De hecho, fija en esta década el objetivo de lograr la eliminación progresiva de los combustibles fósiles «no mitigados», y un cenit y declive en su consumo en esta década.
El uso del término «no mitigados» o «unabated», permite temporalmente la producción y consumo de combustibles fósiles siempre que las emisiones resultantes sean capturadas (tecnologías de captura de carbono).
Esto debe limitarse exclusivamente a aquellos sectores cuyas emisiones son particularmente difíciles de mitigar, sin que suponga posponer la acción climática en ningún otro sector donde otras alternativas son posibles.
Asimismo, subraya la importancia de que el sistema eléctrico esté mayoritariamente descarbonizado a nivel global para la década de 2030, sin dar cabida a una ampliación de la generación a partir de carbón.
Financiar la Transición Energética: Una Cuestión Pendiente
La financiación climática es la pieza clave para garantizar que aquellos países menos responsables de la crisis climática y más vulnerables a los efectos del cambio climático puedan adaptarse a ellos.
Sin embargo, las dificultades de muchos de estos Estados a la hora de acceder a financiación climática, especialmente aquellos con grandes niveles de endeudamiento, bloquean el desarrollo de políticas de adaptación y mitigación que les permita proteger y apoyar a sus comunidades.
Según la OCDE, los países más avanzados cumplieron con el compromiso de movilizar 100.000 millones en financiación climática al año por primera vez en 2022.
Pese a que supone un gran éxito de la cooperación climática internacional, cabe recordar que el objetivo era alcanzar esa cifra cada año entre 2020 y 2025, por lo que llegamos 2 años tarde y cabe ver todavía si estamos consiguiendo movilizar anualmente esa financiación este lustro.
Igualmente, no podemos olvidar que no es cuestión únicamente de fijar objetivos ambiciosos, sino de garantizar que ese dinero se destine a proyectos que protejan y contribuyan al desarrollo de las comunidades más vulnerables.
De hecho, la falta de transparencia en la financiación climática es un factor de creciente preocupación. Según Reuters, miles de millones en financiación climática son destinados a iniciativas sin relación alguna con la acción climática e, incluso, para el desarrollo de proyectos vinculados a los combustibles fósiles.
En cualquier caso, una cuestión es evidente: los volúmenes de financiación climática son insuficientes para dar respuesta a los efectos más devastadores del cambio climático.
Es necesario movilizar más financiación tanto pública como privada y, como indica el propio Consejo en sus conclusiones, identificar nuevas fuentes de financiación.
En este sentido, las conclusiones hacen referencia, en particular, al sector de los combustibles fósiles: el principal responsable de la crisis climática y uno de los que menos está contribuyendo a darle respuesta.
El Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG)
La famosa COP21 de París supuso un salto histórico en la ambición climática que todavía no se ha repetido, pero las conclusiones de dicha conferencia fueron más allá de fijar los compromisos que todavía rigen la acción climática global.
Para sustituir el objetivo de financiación climática previamente comentado, el cual fue adoptado en la COP15 de Copenhague, el Acuerdo de París estableció un nuevo «objetivo colectivo y cuantificado de financiación climática».
Puesto que el objetivo de la COP15 abarcaba hasta 2025, se espera que el NCQG sea adoptado este año en la COP29 en Azerbaiyán. Sin embargo, los choques por la cuantía final y el listado de países contribuyentes podrían hacer descarrilar las negociaciones.
Sobre este último punto, la UE supedita el acuerdo sobre un NQCG ambicioso a la ampliación del conjunto de contribuyentes a raíz del importante crecimiento económico y de emisiones que han experimentado algunas potencias emergentes, como es el caso de China.
Esta postura dificultará enormemente las negociaciones en la COP29 ya que los criterios para definir tanto qué países deberían contribuir al NCCQ como qué países deberían recibir dicha financiación están lejos de estar claros.
Al final es cuestión de qué criterios quieren tomarse en cuenta. De priorizar las emisiones históricas, China debería ser el tercer mayor contribuyente de financiación climática, pero cae hasta el puesto número 20 si se rige por las emisiones per cápita.
Del mismo modo, los petro-Estados de Oriente Medio presentan las emisiones per cápita más elevadas, por encima de todos los países avanzados definidos como contribuyentes por la UNFCCC, pero sus emisiones son un pequeño porcentaje de las emisiones globales anuales.
En cualquier caso, supeditar la definición del NCQG a un acuerdo en este sentido cuando los países más avanzados apenas consiguen cumplir con sus propios compromisos de financiación climática pone en duda su capacidad de liderazgo en este aspecto.
Si bien es necesario debatir este tipo de cuestiones, posiciones férreas como esta amenazan con poner en riesgo un acuerdo en este punto, un coste reputacional que ni las COPs ni los propios países avanzados pueden permitirse.
Nuevos Instrumentos de Financiación Climática
El debate sobre la movilización de la financiación climática no gira únicamente en torno a las contribuciones de los países más avanzados.
De hecho, uno de los instrumentos más relevantes para acelerar la descarbonización y generar ingresos para promover la acción climática sigue sin ser aprovechado: los mercados de emisiones.
La Unión Europea quiere contribuir al desarrollo de un enfoque global sobre la tarificación del carbono —ponerle precio a las emisiones— que contribuya al establecimiento o mejora de los mercados de carbono a nivel nacional.
El desarrollo de estos mercados de emisiones contribuiría decisivamente a reducir las emisiones de cada Estado Parte y, en consecuencia, los costes de mitigación y sus necesidades de financiación climática.
Junto a este tipo de instrumentos, otra cuestión fundamental es redirigir los flujos de financiación pública que actualmente se destina para subvencionar el consumo de combustibles fósiles.
En este sentido, la UE hace un llamamiento a «eliminar progresivamente los subsidios a los combustibles fósiles» que no atajen la pobreza energética o una transición justa, lo antes posible.
Este llamamiento coincide con un periodo récord de subsidios a los combustibles fósiles a nivel global, superando los $7 billones en 2022 como respuesta a la crisis energética global y la creciente demanda de combustibles fósiles en países emergentes.
Eliminar estos subsidios y sustituirlos por tasas que graven el carbono recaudaría $4,4 billones anuales y promovería una reducción de emisiones suficiente para cumplir con los objetivos de mitigación del calentamiento global del Acuerdo de París.
La introducción de este tipo de subsidios se excusa en la necesidad de proteger a los consumidores en momentos de alta volatilidad de precios de la energía. Sin embargo, tan solo el 18% del total están dirigidos a reducir directamente los costes del consumo.
Una enorme mayoría de los subsidios a los combustibles fósiles son implícitos y responden al coste del impacto ambiental de sus emisiones no internalizado, así como los ingresos perdidos por no gravar su consumo.
Por tanto, el llamamiento de la UE a eliminar estos subsidios se enfrenta directamente con la tendencia global, y también europea, de los últimos años. De hecho, sólo los subsidios explícitos a los combustibles fósiles en la UE se duplicaron en 2022.
Para legitimar esta demanda de la UE, es necesaria una verdadera transformación de los subsidios energéticos en beneficio de la acción climática, eliminando los subsidios explícitos e implícitos a los combustibles fósiles y redirigiendo dichos fondos a la adopción de tecnologías limpias y la reducción de las emisiones.
Esto no solo aceleraría la reducción de las emisiones, sino que también podría contribuir a una transición justa en beneficio de los hogares más vulnerables, frente al modelo actual de subsidios que beneficia en mayor medida a los hogares más ricos —a mayor consumo, mayor beneficio.
Inversiones en Infraestructuras y Talento Verde
La apuesta por la electrificación y la descarbonización también viene acompañada de sus propios desafíos. Atajarlos contribuirá a acelerar la reducción de emisiones y garantizará que más personas se beneficien de sus efectos.
En este sentido, la creciente demanda eléctrica requiere de grandes inversiones en infraestructuras críticas como las redes de transporte y distribución, interconexiones eléctricas entre países y almacenamiento energético.
Así pues, las conclusiones del Consejo reconocen la importancia de estas infraestructuras para garantizar la seguridad de suministro y permitir que los consumidores se beneficien de los menores costes de la generación renovable.
Del mismo modo, y como ya comentamos en una edición anterior, la falta de «talento verde» continúa siendo una barrera para un mayor progreso en la transición energética a nivel global.
Reforzar las habilidades verdes es fundamental para fomentar el acceso a las oportunidades laborales de la transición energética y reforzar la diversificación, sostenibilidad y resiliencia de las cadenas de suministro de tecnologías limpias.
Convertir los Compromisos en Realidad
La ambición de la UE en relación a la acción climática y la transición energética queda clara, pero la cuestión sigue residiendo en cómo conseguimos que esos compromisos se conviertan en políticas que aceleren la descarbonización.
De hecho, pese a que la UE hace un llamamiento a desarrollar e implementar estos compromisos mediante «planes nacionales, políticas y acciones concretas», la realidad es que la acción de la propia UE también se queda corta.
Como bien sabes a estas alturas, este año tocaba presentar una revisión de los Planes Nacionales Integrados de Energía y Clima (PNIECs). Estos documentos nacionales son fundamentales para dirigir la acción política y la financiación hacia la descarbonización de nuestras economías.
Sin embargo, una gran mayoría de Estados se retrasaron en entregar los documentos definitivos a la Comisión y, todavía, al menos 13 países siguen sin haberlos enviado.
Pero no es solo cuestión de que vayamos con retraso. Las políticas y objetivos que fijan estos documentos junto con los adoptados a nivel europeo se quedan lejos de cumplir con nuestros compromisos climáticos.
Esta falta de compromiso es extremadamente dañina para la credibilidad de la Unión en foros como las COPs y da argumentos a aquellos Estados menos comprometidos con la transición energética y la descarbonización.
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