Transición Energética Justa: La Única Vía hacia la Descarbonización
La dimensión social de la transición energética no puede ser olvidada
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La transición energética parece siempre centrarse en cómo podemos lograr que cada vez dependamos menos de los combustibles fósiles y más de las energías renovables para satisfacer nuestra demanda energética.
Efectivamente, reducir nuestro consumo de combustibles fósiles es una cuestión urgente, especialmente conociendo los riesgos que estos representan para el medioambiente, nuestra salud y nuestra seguridad energética.
Así, la introducción de medidas que desincentiven el consumo de combustibles fósiles e internalicen los costes ambientales de las emisiones resultantes son medidas imprescindibles para acelerar la transición hacia economías bajas en carbono.
Sin embargo, en este proceso de transformación de nuestro mix energético debemos mantener en mente el impacto que este tipo de medidas restrictivas tienen sobre los consumidores y, en especial, sobre los colectivos más vulnerables.
Hacerlo no es cuestión de benevolencia o caridad, sino que es indispensable para garantizar el éxito de la propia transición energética.
Hay que tener en cuenta que la pérdida del peso industrial en Europa se ha dado en un mundo fósil, mientras que el incremento del peso industrial chino en el mundo, lo ha conseguido apostando por industrias asociadas a la transición energética.
En esta edición de la newsletter de Talento para la Sostenibilidad nos adentramos en el concepto de «transición justa», por qué es imprescindible y qué estamos haciendo para garantizar que la transición energética no se deje a nadie más.
Pero antes de empezar…
Ahora que ya han tenido lugar las elecciones al Parlamento Europeo, cabe preguntarse si el retroceso de las fuerzas más ambiciosas en política climática es un síntoma del rumbo que tomará la agenda verde durante la legislatura 2024-2029.
Lo cierto es que todavía es pronto para conocer con certeza el futuro de la agenda verde, pero lo que sí parece claro es que, desafortunadamente, no será una prioridad del mismo modo que ha sido durante la última legislatura.
Ahora parece que la defensa y la competitividad serán los grandes temas que definan la política europea, pero no debemos nunca olvidar que la competitividad europea necesita de la transición energética.
Sin energías limpias, baratas y autóctonas que reduzcan los costes energéticos y nos aseguren la disponibilidad de suministro energético —incluso en situaciones geopolíticas tensionadas— nunca vamos a lograr mejorar nuestra competitividad frente a aquellos que ya disfrutan de suministros energéticos baratos o cuyos costes de producción son mucho menores.
Por lo tanto, seguir apostando por la transición verde es apostar por la competitividad europea, nuestra seguridad energética y la protección del medioambiente.
Estaremos muy atentos a cómo se desarrollan las negociaciones de los próximos meses para conocer en detalle el futuro de la agenda verde europea.
Divulgando la Sostenibilidad 🌱
La transición energética es una cuestión ineludible si queremos mitigar los efectos más devastadores del cambio climático. Quiero pensar que si estás leyendo esta newsletter y formas parte de la Comunidad de Talento para la Sostenibilidad compartes esta última afirmación.
En cuyo caso, estaremos de acuerdo en que descarbonizar nuestros sistemas energéticos será clave para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero y, en consecuencia, limitar el aumento de la temperatura global.
Los avances a nivel global en los últimos años, si bien han sido enormes, todavía se quedan cortos del progreso necesario para garantizar el cumplimiento de los compromisos climáticos que el mundo adoptó en el marco del Acuerdo de París.
No obstante, la transición energética va mucho más allá de la descarbonización de nuestras economías y también debe tener en cuenta el impacto de este proceso sobre la sociedad y, en especial, los colectivos más vulnerables.
En todo caso, debemos velar por que una mayor presión fiscal sobre los combustibles fósiles y la reducción de las subvenciones a su consumo no se traduzca en una mayor presión fiscal para los consumidores. No se trata de recaudar más sino de recaudar mejor.
Una fiscalidad homogénea que internalice el daño ambiental de los distintos vectores energéticos es clave para no distorsionar las señales de precio de las distintas energías y mostrar claramente la ventaja económica que ofrecen las energías renovables.
Con esta fiscalidad verde, más justa, se pueden aprovechar los ingresos para dar ayudas directas a los los colectivos vulnerables para compensar el gasto adicional que supone la inversión en las opciones energéticas más eficientes (electrodomésticos A, bombas de calor o vehículos eléctricos).
Evitar una transición energética «a costa de las personas» no es una cuestión suplementaria, sino esencial para el éxito de este proceso.
Como ya se lleva diciendo mucho tiempo en eventos y foros:
«La transición energética será justa, o no será.»
Si no contamos con medidas que amortigüen el impacto de la descarbonización, estaremos dando argumentos a aquellos que, por intereses particulares, ya se oponen a la transición energética.
Asimismo, estaremos promoviendo que la transición energética se enfrente no solo a la oposición de los intereses fósiles, sino también, al rechazo de un creciente número de personas que se sentirán abandonadas en este proceso de transformación.
Un Plan Social para la Transición Justa
La necesidad de apoyar al conjunto de la sociedad y, especialmente, a los colectivos más expuestos a la pobreza energética y a los efectos del cambio climático requiere del desarrollo de una estrategia de ayudas a gran escala que faciliten:
Por un lado, la sustitución de los combustibles fósiles por alternativas eléctricas más eficientes, baratas y limpias; y la renovación energética de los hogares, y
Por otro, la compensación de los mayores costes energéticos fósiles a los colectivos más vulnerables, apoyándoles en este proceso de transición.
En este sentido, la aprobación a nivel europeo del Fondo Social para el Clima representa uno de los mayores avances para tratar de mitigar el impacto de la transición energética sobre los consumidores vulnerables.
Este instrumento surge en respuesta a la aprobación del nuevo régimen de comercio de derecho de emisión (ETS II) que se aplicará a partir de 2027 sobre el suministro de combustibles fósiles para transporte por carretera, edificios o industria (<20 MWt).
De cara a extender el principio de “quien contamina paga” del régimen del ETS I —que ya aplica sobre la electricidad e industria >20 MWt, transporte aéreo y marítimo—, el nuevo ETS II exigirá a las empresas suministradoras de los combustibles fósiles utilizados en los hogares, transporte o industria pequeña a adquirir derechos de emisión suficientes para cubrir las emisiones resultantes del uso de sus combustibles.
En consecuencia, los costes de estos combustibles fósiles, como el gas, la gasolina o el diésel, serán mayores frente a alternativas más limpias como la electricidad, que aunque tiene que pagar por lo que emite de CO2, cada vez está más descarbonizada y, en consecuencia, paga menos.
Esto pretende, por un lado, internalizar los costes del impacto ambiental del consumo de combustibles fósiles en estos sectores (el mencionado principio de “quien contamina paga”) y, por otro, crear los incentivos necesarios para fomentar la adopción de alternativas eléctricas más eficientes y limpias.
El Fondo Social para el Clima, que funcionará entre 2026-32, se nutrirá de la venta de una cantidad de derechos de emisión procedente tanto del ETS I como del ETS II fijada de antemano, y que en función de su cotización en el momento de venta dotarán al fondo de más o menos recursos.
En cualquier caso, estos estarán limitados a un máximo de 65.000 M€ procedentes de la venta de derechos de emisión, de los que a España le corresponden un máximo de aproximadamente 6.800 M€.
Los Estados miembros son los responsables de desarrollar y presentar antes de junio de 2025 sus Planes Sociales para el Clima para solicitar las ayudas de este Fondo. En ellos, se detallarán las medidas e inversiones previstas en renovación energética, integración de renovables, movilidad eléctrica, así como esquemas temporales de ayudas directas con especial énfasis en las familias más desfavorecidas.
Cada país deberá financiar al menos al 25% de los costes totales estimados de sus Planes pudiendo utilizar, si así lo desean, los ingresos obtenidos de la venta de sus derechos del ETS II.
Mercados de emisiones vs. impuestos al carbono
En la edición que escribimos sobre fiscalidad de la energía, abordamos con Jorge Sanz el debate sobre la mejor forma de internalizar los costes ambientales del consumo de combustibles fósiles.
Es cierto que los impuestos al carbono ofrecen mayor certeza de cara a promover las inversiones en descarbonización, ya que su valor tiende a mantenerse constante, a diferencia de los precios de los derechos de emisión.
Sin embargo, en el caso del ETS II, los costes de los derechos de emisión se limitarán a un máximo de 45€/tonelada, al menos hasta 2030.
Esto contribuirá a reducir la incertidumbre, si bien será necesario velar por que los precios de estos derechos sean suficientes para incentivar las inversiones en alternativas más limpias.
Una Estrategia de Ayudas para no Dejar a Nadie Atrás
La introducción de medidas que encarezcan los combustibles fósiles debe ir acompañada de ayudas que contribuyan a la adopción de alternativas más limpias.
De hecho, la tarificación del carbono requiere de subvenciones que permitan la transición hacia economías más limpias sin promover un aumento de la desigualdad social que, en consecuencia, haga políticamente inviables estas iniciativas.
En todo caso, debemos recordar que la transición energética no es una decisión ideológica aleatoria sino la respuesta indispensable a la crisis climática y sus impactos sobre un creciente número de personas.
Por ello, desarrollar medidas que ayuden a mitigar los impactos de este proceso de transformación es fundamental tanto para garantizar el apoyo social, así como para acelerar la propia transición energética.
Así pues, el refuerzo del Fondo de Transición Justa, que apoya a las regiones económicamente dependientes de los combustibles fósiles, y del Fondo Social para el Clima es imprescindible para garantizar el apoyo a los sectores poblacionales y económicos más vulnerablesy la viabilidad política de la transición verde.
Transición en Acción ⚡
La Eficiencia: la Gran Aliada de la Descarbonización
La transición energética parece enfrentarse constantemente a las críticas de aquellos que aseguran que las renovables jamás podrán sustituir toda la generación fósil que actualmente satisface nuestra demanda energética.
La cuestión es que no necesitamos sustituir toda la generación fósil, tan solo cerca de un tercio de la demanda total.
Gracias a la eficiencia de la electrificación, con ⅓ de energía eléctrica podemos sustituir sustituir la totalidad de los combustibles fósiles.
Resulta que las calderas o los hornillos de gas de las cocinas (40%) o los coches de combustión interna (17%-21%) son enormemente ineficientes. De hecho, la gran mayoría de la energía se pierde en forma de calor en dichos procesos.
Por el contrario, la generación renovable y los aparatos eléctricos como las bombas de calor (>300%) o los vehículos eléctricos (90%) son mucho más eficientes, reduciendo así la demanda energética.
En este vídeo análisis de DW Green Planet analizan una de las cuestiones más relevantes de la transición energética: la electrificación reduce nuestro consumo energético.
Baterías de Litio vs. Baterías de Sodio ¿Tecnologías Enfrentadas?
La innovación en baterías es clave para garantizar un mayor rendimiento y un uso más eficiente de los preciados materiales que las componen. Afortunadamente, el sector trabaja sin descanso para comercializar nuevas tecnologías.
En este sentido, las baterías de sodio parecen estar adquiriendo cada vez más relevancia en el sector energético, especialmente para aquellos usos en los que un mayor tamaño y peso no supone un verdadero problema.
Así, el menor precio del sodio utilizado en estas baterías las hace muy atractivas para aplicaciones concretas como las baterías empleadas para almacenar los excesos de generación renovable, las baterías domésticas o en determinados usos industriales.
Ahora bien, el mayor tamaño y peso de estas baterías, junto con su menor densidad energética, garantiza que las baterías de litio mantendrán su papel fundamental en la transición hacia la electrificación.
En este vídeo análisis de DW News se adentran en el sector para conocer en detalle la apuesta por las baterías de sodio y qué papel desempeñarán en el futuro.
¡Y hasta aquí la edición de esta semana!
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¡Nos vemos en la siguiente edición! 👋